8 nov 2008

INTRODUCCIÓN


Transcurrían los últimos días de febrero de 1979, cuando me presenté en mi Caja de Reclutas de Barcelona, días fríos e intempestivos no ayudaban a estar tranquilo y el desasosiego me inundaba todo el cuerpo.
Iba hacia una aventura no deseada y solo el tiempo me diría si merecía la pena perder año y medio de mi vida, para el entretenimiento de algunas personas.
El sorteo de mi destino militar no me había beneficiado en nada, ir a Ceuta no era una bicoca, pues para mí aquellas tierras estaban en el fin del mundo. Por aquellos días, amigos que cumplían su servicio militar, venían cada poco tiempo a casa, (vaya chollos pillaron algunos), yo no podría, pues aunque me concedieran permisos estaría demasiado lejos de mi hogar.
Después de pasar lista, nos condujeron al “borreguero” que nos transportaría a la unidad de instrucción de Camposoto, Cádiz, donde transcurriría el tiempo de instrucción antes de la jura de bandera. Algunos estaban contentos y animados, pero la mayoría iban pensativos y cabizbajos.
Casi 24 horas duró el viaje en tren hasta llegar a nuestro destino, un suplicio agravado por los pensamientos en los seres queridos que dejabas atrás.
Al llegar nos distribuyeron en pabellones prefabricados con literas de varios pisos y nos leyeron un poco la cartilla, por si alguno pensaba desertar.
Había varios grupos de captación en la unidad de instrucción, Guardia Civil, C.O.E, Legionarios. Se chuleaban y pavoneaban con sus mejores galas, intentando atraer la atención de los reclutas. Los legionarios con camisa abierta, barbilampiños, chapiri ladeado y borla al viento, destacaban por encima de los otros cuerpos.
El primer día nos comentaron que la mayoría de nosotros iríamos destinados al cuerpo de Regulares con sede en Ceuta. La cosa no podía haber empezado peor, pues si era malo ir a Ceuta, para mí forma de pensar en aquellos momentos ir a Regulares todavía era peor, por eso cuando los captadores de la legión, nos reunieron para explicarnos las excelencias de estar entre sus filas, necesité poco tiempo para decidirme, ¡de perdidos al río¡
La captación por parte de los legionarios fue bastante fraudulenta, pues mentían mas que hablaban, solo les importaba llegar al cupo de reclutas asignado y para eso te decían lo que tu querías oír.
Sin tiempo casi para despedirnos de los compañeros de viaje, nos subieron a unos camiones con destino al puerto de Algeciras y de allí en el ferry a tierra Ceutí.

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