17 ene 2009

10 ene 2009

DROGAS Y TRIFULCAS

Nuestras salidas a Ceuta eran casi diarias, no podíamos ir de paisano y constantemente teníamos que ir saludando a los diferentes mandos militares, incluidos los cabos de la Legión. Había problemas con la Policía Militar por ésta y otras causas. Generalmente los mandos de la P.M. eran “caballas” (ceutís), y como los mas “folloneros” eran los legionarios, cuando veían a uno un pelo desmadrado lo intentaban arrestar, pero al grito de “a mi la legión” todos los legionarios que se encontraran cerca iban a protegerlo, porque el legionario que volvía a la Bandera conducido por la P.M. era arrestado automáticamente.
También tuvimos problemas con los “moros” de los barrios adyacentes. Un legionario borracho tuvo una pelea en un chiringuito muriendo apuñalado. Sus compañeros después de tocar silencio salieron de la bandera por la noche y arrasaron el local. Estos constantes problemas y peleas llegaron a provocar que para salir de paseo a Ceuta, lo tuviéramos que hacer en grupos y enseñando al oficial o suboficial de guardia un arma blanca, para nuestra defensa personal.
A veces algunos legionarios hacían batidas por algunos barrios moros para comprar “costo” y una vez controlado el vendedor, le robaban la mercancía. Pero generalmente y aun con desconfianza las relaciones eran buenas. Algunos compañeros de la escuadra de gastadores se iban los domingos a casas de moros que vivían en casas en el campo y les encargaban un cordero asado. Al hacerlo untaban el asado con kiffi, que les provocaba unos “cuelgues” dignos de ver. Se les notaba enseguida lo colocados que iban, el habla, los ojos, muchos detalles les delataban, pero nadie se metía con ellos. Generalmente la mayoría de los grifotas eran voluntarios de tres años o reenganchados pero también había algunos de la quinta. Al no haberlo vivido anteriormente me chocó mucho el detalle de que aun siendo un producto caro, para el dinero que disponía cada uno, era una cosa que se compartía sin tener en cuenta quien ponía el dinero. Supongo que en este mundillo existe el dicho de “hoy por ti, mañana por mí”.
También era muy importante la cantidad de “bolingas” que había en la compañía y en toda la bandera, algunos bebían como cosacos. Lo normal era ir a la taberna y pedir un cubata de whisky, bebías un poco de cola de la lata y el resto lo llenaban de Jhony Walker, algunos bebían un dedo, pero otros se bebían toda la cola y les llenaban la lata hasta arriba de wisky, mas de ¼ de litro. Cuando llegué al tercio no era capaz de beberme un cubata entero, pero cuando salí, ya era capaz de tomarme tres. Esto para la mayoría eran los entrantes, yo creo que si incineraran a alguno en su funeral, arderían durante días.

4 ene 2009

SERVICIO DE OPERACIONES ESPECIALES (S.O.E)

Como he comentado anteriormente fui dos veces a prácticas de tiro, la primera fue a los pocos días de llegar a la compañía. Nos llevaron al campo de tiro de la VI bandera y disparamos con el cetme a unas dianas colocadas a unos 50 m. Como es normal y siendo la primera vez que lo hacía, aunque las metí todas en la diana los disparos estaban bastante diseminados. Sin embargo el legionario que estaba a mi lado metió las cinco balas en el centro de la diana, enseguida fue destinado al S.O.E. era una de las formas de buscar a los legionarios que cubrirían los puestos bacantes, era imprescindible que fueran buenos en este aspecto y que estuvieran bien físicamente.
Éste cuerpo si que era verdaderamente un cuerpo de élite. Se levantaban por la mañana y cuando todo el mundo iba a realizar la instrucción, ellos se marchaban para hacer prácticas de tiro y marchas de varias horas, volviendo muchos días a la bandera bastante adelantada la tarde.
Yo nunca los vi en acción pero contaban verdaderas maravillas de ellos, incluso se decía que eran campeones del mundo de patrullas de tiro, por delante de los otros tercios e incluso de los americanos. Creo recordar que se trataba de hacer un recorrido de varios kilómetros con un plano y una brújula, y que llegaban a sitios donde tenían que hacer unos disparos sobre dianas, el tiempo y la puntuación en hacer los disparos era muy importante, por lo cual solo se podía apuntar en el primer disparo si ese lo fallabas se fallaban todos y por el contrario si afinabas en el primero incluso podía pasar la bala por el mismo agujero que ya había pasado otra. Los cargadores los llevaban pegados con cinta aislante uno al otro, pero en sentido opuesto, por lo cual llevaban la cuenta de los disparos para evitar disparar en falso y sacaban el cargador dándole la vuelta y volvían a disparar. Para evitar el retroceso del arma y asegurarse que durante los disparos el cetme no se movería utilizaban el hombro y el pómulo y a causa de esto algunos tenían inflamaciones en la cara durante semanas.
Dentro de los actos del día del legionario, había una prueba que era desmontar y montar el cetme en el mínimo tiempo posible con los ojos tapados, ahora no recuerdo exactamente los tiempos, pero no mentiría si dijera que lo hacían en menos de 15 seg. Cuando yo tardaba minutos con los ojos destapados.
Podría hablar muchísimo sobre su estado físico pero es fácil de comprender que con el entrenamiento que tenían eran poco menos que súper-hombres