23 nov 2008

DESTINO EN LA BANDERA


A la vuelta del permiso de la jura, me destinaron muy cerca de la ciudad de Ceuta, en la V Bandera (Recarga), 9ª compañía, que era la plana mayor de la unidad, donde estaban casi todos los destinos.
Nada mas llegar, por mi altura, me cogieron para la escuadra de gastadores, aunque lo que yo quería era ir a transmisiones, por ser en la vida civil electrónico y pensar que con un buen destino pasaría una mejor mili.
Los gastadores y el S.O.E (Servicio de Operaciones Especiales) tenían preferencia a la hora de escoger al personal que necesitaban. La prueba que hicieron los gastadores básicamente fue la instrucción. Pensé que haciendo las cosas mal no me escogerían, pero al que fallaba en la instrucción le pegaban puñetazos o golpes con el cetme y, por evitar que me zurraran, hice las cosas bien y ese fue mi destino.
La mayoría de gastadores que había en la escuadra, estaban a punto de licenciarse, era un lujo poder codearte con ellos, verlos desfilar y hacer movimientos con las armas. Habían estado desfilando en Málaga en Semana Santa y la Guardia Civil de aduanas había encontrado en su arcón de materiales varios kilos de hachís, por lo cual el cabo de gastadores, como responsable de la escuadra, había sido arrestado seis meses en una prisión de Cádiz.
Por suerte, uno de ellos, extremeño, que tenía bastante prestigio dentro de la escuadra, me cogió bajo su protección, y por eso el resto me respetaba y prácticamente no tuve problemas los dos primeros meses. Los entrenamientos eran duros, pero la escuadra tiene un prestigio dentro del Tercio y hay cosas que se tienen que respetar por tradición. Aprendimos a desfilar con paso firme y con chulería, movimientos de armas, taconazos sonoros y, sobre todo, darnos con el cetme en el hombro de manera que se oyese perfectamente el encuentro del arma con el hueso..., una burrada como otra cualquiera. En la escuadra de gastadores todo es desproporcionado: son los que levantan más la cabeza, llevan el brazo más arriba, dan los taconazos y los golpes al cetme más fuertes, los que sacan más pecho, los más chulos, son, en definitiva, una institución dentro del cuerpo y muy respetados en aquellos tiempos por todo el mundo.

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