29 nov 2008

! MALDITOS CANALLAS ¡


Aún no me había situado en la compañía, cuando a los dos meses, un día tocaron “generala” para toda la Bandera, cogimos nuestros equipos y armamento, sin saber lo que pasaba, ni a donde íbamos. Nos trasladaron a la frontera con Marruecos, cerca de la IV Bandera.
La escuadra de gastadores, estaba inscrita tácticamente como Patrulla de Observación. Pudimos comprobar, con nuestros aparatos de observación, que solo había unos cuantos militares marroquíes haciendo el indio y después de tres horas recogimos el equipo y de vuelta a casa.
En mi Bandera era obligado, para todo el mundo que no estuviera de servicio, ducharse todos los días como mínimo una vez, generalmente después de la instrucción. Como éramos cientos de personas y las duchas eran pocas se hacía todo a la carrera, para llegar los primeros. Cuando llegamos a la compañía después de la “generala”, teníamos tres minutos escasos para entrar, entregar el armamento, quitarnos la ropa, las botas y salir en pantalón de deporte, zapatillas y con los utensilios de limpieza. Cuando llegué a mi taquilla y para ganar tiempo me quité la camisa, la camisola y las trinchas todo a la vez, y “pa dentro”, salí como una exhalación, porque venía el cabo cuartel dando leña. Nos duchamos toda la compañía y a la vuelta mientras me cambiaba apareció el Brigada que estaba de oficial de semana. Preguntó quien no había entregado la munición, en ese momento recordé que yo no la había entregado. Era munición de subfusil que pesa poco y se suele llevar en la parte trasera de las trinchas, al quitarme todo a la vez no me di cuenta que las llevaba. Entregué la munición al oficial y al cabo de un minuto el cabo cuartel me dice que en la puerta de la compañía estaba un Sargento (al cual no quiero nombrar, por ser un cobarde), que pertenecía a la compañía, pero no era nada mío, y que me presentara a él.

Me presenté:
- A sus ordenes mi Sargento.
- Chaval no sabes que hay que entregar el armamento y la munición.
- Si, mi Sargento, pero con las prisas se me ha olvidado.
- Bueno, para que no se te olvide.
Me dio seis bofetadas, en posición de firmes en la puerta de la compañía.
- ¿Ordena alguna cosa más mi Sargento?.
- No.

Volví a mi taquilla y el cabo cuartel me dice, el Sargento de Semana (otro que tal baila) te llama.
- A sus ordenes mi Sargento.
- ¿ Por qué no has entregado la munición?
- Con las prisas se me ha olvidado
Me dio dos bofetadas que valieron por las seis que me había dado el otro.
- ¿Ordena alguna cosa más mi Sargento?.
- No.

Vuelvo a mi taquilla y vuelve el cabo cuartel diciéndome que me presentara al Capitán de la compañía. Pensé, éste me arranca la cabeza y acaba conmigo.
- A sus ordenes mi Capitán.
- Que le ha ocurrido muchacho.
- Con las prisas para ir a las duchas se me ha olvidado entregar la munición.
- Bueno que no vuelva a suceder, está usted arrestado dos semanas en la compañía.
- ¿Ordena alguna cosa más mi Capitán?.
- No, puede retirarse.

14 días barriendo y fregando una vez tras otra, limpio sobre limpio y moviendo taquillas y literas de tres pisos.
¡Qué crimen más horrendo había cometido¡, 10 min. de retraso en la entrega de la munición que en ningún momento salió de la compañía. Es espantoso pensar que cada vez hay mas personas, si se les puede llamar así, que se aprovechan de su cargo ya sea civil, político o militar, para humillar físicamente y moralmente a sus subordinados y que los que tienen mínimamente el poder hacen y deshacen a su antojo, generalmente respaldados por sus mandos que hacen la vista gorda. ¡malditos canallas¡

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