8 dic 2008

LA ESCUADRA DE GASTADORES







Como ya he contado al principio los comienzos en la escuadra de gastadores fueron harto difíciles, pero poco a poco me fui acoplando hasta conseguir mi puesto.
Casi todos sus componentes eran “grifotas” en mayor o menor medida y desde buena mañana iban ciegos, pero en general eran buena gente. Con ellos eché mis primeras caladas a un canuto, insistían tanto en hacerme participe de sus juergas “canuteras” que alguna noche antes de irme a dormir le daba alguna calada a uno. También fue con ellos donde oí por primera vez la palabra “tronco” y un montón de palabras nuevas para mí, utilizadas muchas de ellas en la jerga madrileña, pues varios de ellos eran de allí.




Teníamos un cordero como mascota. Se llamaba Canuto, tenía unos cuernos retorcidos que daban miedo y que los días de desfile le pintábamos de color dorado. También le colocábamos un correaje especial e iba con la escuadra a todos los sitios. Su cuidador, uno de los gastadores mas antiguos, era una persona que hacía muy bien su trabajo y esto es imprescindible para que un animal te siga. Canuto era un verdadero “legía”, se comía las colillas y restos de canutos, bebía cerveza y cubatas.
Cada fin de semana subíamos a Garcia Aldave, sede de la VI Bandera, a realizar el sábado legionario y con ello conseguíamos experiencia en desfilar.
Al licenciarse los gastadores que estaban cuando llegué a la escuadra, solo quedaron los nuevos como yo y los voluntarios de tres años. Al estar el cabo de la escuadra en la prisión de Cádiz por tráfico de hachís, como ya he contado anteriormente, el mas antiguo de los voluntarios entró en el curso de cabo y se hizo cargo de la escuadra.
A los sábados legionarios, solía venir casi siempre los diferentes mandos de la legión, pero también, visitas de otros cuerpos con sus coroneles o generales al mando. En función de las estrellas del mando militar que venía así era el paso en el desfile, que podía transcurrir entre los 120 y los 160 pasos por minuto.
A los cuatro meses de estar en la escuadra, por diferentes circunstancias (la verdad es que éramos bastante perros), estuvimos varias semanas sin desfilar los sábados y nos relajamos en la instrucción, perdiendo parte de la fuerza física, imprescindible para aguantar un desfile. Un viernes nos avisaron que había que subir al día siguiente a desfilar, preparamos todo el equipo y el sábado subimos. La recta del desfile era de escasos doscientos metros, pero había un repecho de unos cincuenta metros antes de entrar en la recta. Cuando la banda de música se puso a tocar, aquello iba a una velocidad superior a 160 pasos por minuto, seguro que la visita era de un Teniente General. Subimos la rampa a toda mecha y justo delante de la tribuna no podía con mi alma y perdí el paso. Con un poco mas de experiencia hubiera dejado de bracear y eso me hubiera permitido no perder el paso.

Al llegar a la compañía, el Capitán estaba furioso de veras.
- ¿Cómo se puede perder el paso delante de la tribuna ...?
Me repetía una y otra vez.
- El Comandante de la Legión quería que te metiera en la “Pelota” durante treinta días.

La “Pelota” era la prisión que teníamos en la Bandera y donde estaban los mas conflictivos. Era escalofriante, trabajabas todo el día a pico y pala, haciendo un complejo deportivo, un campo de tiro o recogiendo la basura de la Bandera y el resto del tiempo estabas al servicio de los caciques que estaban allí presos. Cuando el Capitán me dijo eso me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo que se me pusieron por corbata. Por suerte el arresto fue en la compañía.
Al cabo de un tiempo hubo una pequeña reestructuración en la escuadra y trajeron a un Cabo de otra Bandera que había sido Cabo de Gastadores años atrás. Éste hombre con barba y algo deteriorado físicamente, parecía tener mas de 40 años aunque solo tenía 30, le llamábamos “Cabo bolinga” por la cantidad de alcohol que era capaz de ingerir y las borracheras que pillaba.
Nos enseñó múltiples movimientos de armas a cada cual mas vistoso e imprimió un nuevo carácter a la escuadra. Con entrenamientos muy duros, instrucción y movimientos de armas, se consiguió un magnífico ambiente dentro de la escuadra hasta conseguir, bajo mi punto de vista, ser los mejores del Tercio. El colofón fue cuando en un sábado legionario y fuera de los actos oficiales, hicimos movimientos de armas a las ordenes del Cabo, donde estuvimos varios minutos haciendo movimientos acompasados toda la escuadra, al acabar nos aplaudió todo el mundo, incluso los mandos que nos vieron nos felicitaron.


Una vez desfilamos en las inmediaciones del puerto, en una recta que debía tener mas de un kilómetro, la experiencia esta vez me permitió no cometer la misma equivocación que cuando perdí el paso por estar cansado. Mantuve el brazo sin bracear hasta que quedaron 50 metros para la tribuna y de esta manera no tuve problemas.
El entrenamiento es básico para poder aguantar un desfile sobre todo si es en el día de las fuerzas armadas, los que habían ido alguna vez contaban que los entrenamientos eran mañana y tarde, durante tres meses, a unos ritmos muy fuertes, para que el cuerpo pudiera aguantar el día del desfile.
Voy a contar una anécdota que me paso en el permiso que tuve pocos meses antes de licenciarme. Al volver a Barcelona varios de mis amigos estaban licenciados y fuimos a tomar unas copas. Uno de ellos me retó a que era capaz de mantener mi ritmo braceando el tiempo que hiciera falta y a la velocidad que yo quisiera. Eran las tres de la madrugada y nos pusimos en medio de la Diagonal a desfilar, no solo no me aguantó ni cinco metros sino que no fue capaz ni de llevar el ritmo de braceo ni el del paso. El paso debe ser rápido y corto, sino es imposible.
Donde se siente una admiración fuera de lo normal por la Legión es en Málaga y toda su provincia. Fuimos a desfilar en Semana Santa a Ronda, donde se preveía que se destacaría un nuevo Tercio de la Legión en poco tiempo.
El fervor religioso y la admiración que tenían aquellas personas por sus Santos y por la Legión era encomiable. Los varios desfiles que tuvimos que realizar en los diferentes días de la Pasión te ponían la carne de gallina y te llenaban de orgullo de ser legionario y gastador.
El paso para desfilar en Semana Santa, te permite realizar diferentes movimientos de armas andando. Los tiempos de cada movimiento se pueden marcar mejor, para conseguir una mejor sincronización entre todos. Cuando a una escuadra de gastadores de siete personas se les ve hacer movimientos de armas sincronizados, es de una belleza plástica maravillosa y difícil de imaginar para el que no lo ha visto nunca, lástima que no tenga ninguna grabación de video de esos momentos porque para mi fueron maravillosos.


No hay comentarios: